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Con el tiempo y una caña

Enrique Pérez  |  27 de abril de 2020
Enrique Pérez (GRN)
Enrique Pérez (GRN)

Mutatus mutantis ó, lo que es lo mismo, cambiando lo que se debe cambiar, -esa es la cuestión- en los próximos meses experimentaremos, obligatoriamente, un cambio en nuestras vidas como consecuencia de todos los cambios que están por venir propiciados por los efectos de la pandemía.

El entorno que nos rodea será cambiante en multitud de lugares públicos abiertos o cerrados, las distancias sociales serán una norma mas de convivencia para preservar la salud pública y privada, -que corra el aire- “difícil empresa Sancho”.

Con lo que nos gusta un roce, los besos y los abrazos, tocar la cara, cogerle los mofletes a un postneonato echarle el antebrazo a un colega, chocar las manoplas o los puños (como se hace ahora), dar palmadas o collejas, etc., etc., etc.

En adelante, todo indica que estos hábitos pasarán a la historia y nos va a costar privarnos de ellos, aunque posiblemente adoptaremos otros que los suplan; a saber: para un saludo de cortesía chocar los pies o los codos, para suplantar los besos gestualizar con las manos unos muak muak, para expresar un agradecimiento sincero, hacer mímica tocándose con la palma de la mano el corazón con rebote o darse un autoabrazo, etc., etc.

La verdad, es que va a ser complicado adaptarse a estos hábitos para socializar, pero seguro lo conseguiremos -como se suele decir-, “con el tiempo y una caña ...de lomo”.

Todo, es empezar y aplicar la paciencia; que, como dijo Borges sobre un párrafo de un manual árabe de erotismo “con paciencia y con saliva el elefante se la metió a la hormiga”, o como dice un proverbio irlandes “la paciencia puede conquistar el destino”.

Las Mamparas de metacrilato y las pantallas faciales serán los productos estrella de la temporada, las primeras formando parte principal del interiorismo de cualquier establecimiento público y las segundas como un complemento imprescindible de la indumentaria personal de los mas vanguardistas.

Hay que imaginarse una playa completa de aforo un día caluroso en pleno mes de julio, bañistas con mascaras faciales, gafas de sol y gorras procurando marcar la distancia de prudencia con los vecinos de tumbona o toalla.

Complicada misión para llevar a efecto, veremos como se infringe la norma y si al fin y al cabo, incumplirla, solo supone sanción verbal de los que te circundan o va mas allá.

Al final, mutatus mutantis y nos adaptaremos como si lo lleváramos haciendo toda la vida; -va a ser que si, no queda otra-. 

@enriquepmarti

 
 
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