Un estudio analiza el resultado de implantar bacterias en el roble melojo para mejorar su adaptación
El Quercus pyrenaica es una especie leñosa de gran valor paisajístico en la Península Ibérica
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han analizado el resultado de implantar bacterias en el roble melojo para mejorar su adaptación, en el marco de un estudio que ayudará a diseñar bioinoculantes (microorganismos vivos para agregar a plantas) que favorezcan la reforestación sin alterar las comunidades microbianas naturales.
El Quercus pyrenaica es una especie leñosa de gran valor paisajístico en la Península Ibérica, pero, sin embargo, sus bosques se encuentran en un avanzado estado de degradación en el sur, según ha informado el CSIC en una nota de prensa este lunes. Asimismo, ofrece una gran variedad de funciones al ecosistema, tales como formación y protección del suelo y, en su conjunto como bosques, actúan como "excelentes reservorios de biodiversidad vegetal y animal".
La simple reforestación no es aconsejable por su escaso éxito. Por tanto, se convierte en una necesidad mejorar la calidad de las plántulas de roble para ser trasplantadas, de modo que, en esta etapa inicial de su vida, las plantas sean capaces de soportar la dureza de la vida en el bosque. Un método para conseguirlo es la inoculación de microorganismos beneficiosos, capaces de estimular el crecimiento vegetal.
Gracias a la adición de ciertos microrganismos a las comunidades microbianas ya existentes, se pueden incrementar los efectos positivos en la planta. Sin embargo, es necesario comprobar que la inoculación no influye negativamente sobre las comunidades microbianas existentes en el suelo.
El trabajo en esta línea de estudio desarrollado dentro del proyecto Sumhal por el equipo del doctor Manuel Fernández López, de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC), ha consistido en analizar el efecto que ha supuesto la aplicación de un consorcio bacteriano sobre la comunidad de bacterias que habitan en la rizosfera (la zona del suelo alrededor de la raíz) de Quercus pyrenaica en el Parque Nacional de Sierra Nevada (Granada).
Para ello, bellotas de roble melojo se recogieron y dejaron germinar. Tras varios meses en vivero, fueron inoculadas con un consorcio bacteriano constituido por dos cepas diferentes, previamente aisladas del Parque Nacional de Sierra Nevada, para ser posteriormente trasplantadas a campo. Tras 18 meses, se tomaron muestras de ADN de la rizosfera de las plantas, el cual fue secuenciado, analizándose "la diversidad, perfiles taxonómicos y los patrones de interacción entre bacterias, a fin de conocer si la inoculación implicaba cambios en la riqueza, complejidad y estructura de la población en la rizosfera".
Tras el análisis e interpretación de los datos obtenidos, se ha comprobado la necesidad de estudiar los patrones de asociación de las comunidades bacterianas nativas para ver cómo se estructuran antes de llevar a cabo una reforestación con plantones inoculados.
Los resultados muestran que las interacciones bacterianas se ven afectadas debido a la inoculación, hecho que pasa desapercibido con los estudios clásicos de diversidad y taxonomía bacteriana. Si una planta actúa sobre un microbio que interactúa con muchos miembros de la red, puede transmitir la información a toda la red microbiana, lo que a su vez "puede tener consecuencias directas sobre la salud del hospedador, pero también sobre la fertilidad del suelo y el entorno circundante".
Actualmente, alrededor del 40 por ciento de las emisiones de este gas provienen de la agricultura
Estos microorganismos poseen la capacidad de filtrar el cobre, esencial para la fotosíntesis vegetal